Me podéis ver hablando a una mujer desconocida en una plaza de Granada, circunstancial.
Me acerqué pidiendo permiso para sentarme, ella un tanto asustada retiraba su bolso para «asegurarlo»:
No se preocupe– le dije –quede tranquila-.
A partir de ahí, entablé una conversación intrascendente para llegar a donde yo quería ir: hablarle de Dios.
¿Ha leído usted la Biblia?– le pregunté- Es una carta personal de Dios para usted-.
A lo cual ella me respondió:
¡Uy! tengo una Biblia muy grande, versión Juan XXIII, pero yo leí el catecismo-.
Es decir, tenía una Biblia muy «grande», pero no la leía. Después de la anécdota de la mujer desconocida, cogí un taxi. Tengo por costumbre hablarle a todo el que pueda sobre la necesidad de leer la Biblia. De igual manera, rompo el hielo en el taxi sacando un tema trivial, como por ejemplo preguntando  ¿Que tal el tiempo por aquí?, y  en el momento que creo oportuno o inoportuno lanzo la pregunta:
¿Lee usted la Biblia?, es una carta personal para usted-.
Y en esta ocasión, el taxista, enfadado, me respondió:
¡Ya la leí!–  (es decir, casi seguro que no la leyó). –¡Y no me hace falta!, tengo mis propias convicciones-.
Si le hubiese preguntado, en cambio, ¿qué le parece cómo va la liga de fútbol?, lo mas probable es que me hubiese respondido con entusiasmo,  y sin enfado me habría dado su opinión ante tan «importante» tema, pero ¿hablar de la Biblia? No hombre, no, eso es religión, y cada uno tiene la suya.
Pero cuando llegue cada uno a presentarse solo ante el Gran Trono de juicio de Dios,  ¿que podrá decir el taxista?
«la Biblia la leí», yo era del Barca…-
O la mujer desconocida:
Yo tenía una Biblia muy «gorda» en casa pero leía el catecismo…-

Puede que mis anécdotas reales a alguien le parezcan irrelevantes; pero la respuesta de estas dos personas no lo son. Y es que todo lo que podamos saber con respecto a Dios se encuentra en las Escrituras, tales como:

  • ¿Como se llama?
  • ¿Quien es Jesucristo?
  • ¿Cual es su plan para la humanidad?
  • ¿Que cosas aprueba y cuales reprueba?
  • ¿Que es bueno y que es malo?
  • ¿Que responsabilidades tenemos como seres creados por Él?
  • ¿Como podemos escapar del juicio de condenación que hay con toda certeza, si no nos arrepentimos?

Que solo hay un cielo y un infierno, y todas las instrucciones importantes para la vida cotidiana y consejos, se encuentran en las páginas de la Palabra de Dios. Siendo este mensaje de tanta  trascendencia y de vital importancia cabe preguntarse:
            »¿Es sensato el despreciarlo, no haciendo caso como estas dos personas, y sustituirlo con otras cosas?»

Dice este Libro:

Mateo 22:29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: »Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios». 

Hechos 17:30-32 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.

2 Timoteo 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia

La mujer y el taxista, y todos los demás, harían bien en comprender que Dios les envió a alguien para darles una oportunidad, (quizá la última), de acercarse a Él, leyendo su Palabra y ser salvos por Cristo. Ya que en su Palabra se encuentran las instrucciones precisas para ser salvo. Mucho se gana leyendo la Biblia. Mucho se pierde no leyéndola. Yo  sigo leyendo, y seguiré hablándole a todo el que pueda de esta necesidad.

Que cosas…⁠⁠⁠⁠