El instinto de conservación

Todos sabemos lo que significa esta frase: el instinto de conservación. Es ese mecanismo instintivo que todo ser viviente trae desde el nacimiento. Eso sí, hemos aprendido a experimentarlo desde nuestros primeros pasos, alargando la manita a una olla hirviendo, a una plancha o a una estufa. Experiencias traumáticas que nos costaron muchas lágrimas, acudiendo a mamá diciendo: «mamá, mema, pupa».

De esta manera aprendimos por experiencia que hay cosas que no convenía tocar. Cuando cualquier objeto viene directo a uno de nuestros ojos, los cerramos para protegernos, el instinto de conservación funcionó. Cuando nos asomamos por un balcón un poco más de la cuenta, el instinto nos hace retroceder para preservar nuestra vida. En algunas personas se agudiza este recurso en forma de vértigo. El instinto de conservación para proteger nuestra vida, que funciona automáticamente, va de la mano con el reflexivo, «el sentido común».

Dicho esto, resulta cuanto menos paradójico que muchos de los comportamientos humanos se contradigan con sus reacciones y acciones, estos dos grandes recursos de preservación de la vida:

  1.  El instinto de conservación.
  2.  El instinto del sentido común.

Como, por ejemplo: la moda ya tristemente famosa llamada «Balconing», en la cual se desprecian los dos instintos que nos mantienen con vida, arrojándose desde varios pisos en una especie de suicidio con el resultado a veces de muerte o invalidez.

Los dos instintos quedan aquí hechos trizas. Podríamos poner otros muchos ejemplos de «atrofia» de los dos grandes preservadores de la vida. Jugarse la vida en balde o por nada, (como en algunos deportes) cosa que nos resulta incomprensible a los que aún nos funcionan algo los instintos. Aún en el reino animal el instinto de conservación funciona de maravilla a la menor señal de peligro.

Y ahora viene lo más grave e incomprensible del ser humano: Y es que, ante las reiteradas advertencias de peligro, Dios que no quiere que ninguno nos perdamos, hablándonos a nuestra conciencia, hablando por su Palabra en la Biblia y hablando por medio de su creación. Advirtiéndonos del gran peligro de morir sin arreglarse con él. Adentrándose nada más y nada menos que en la eternidad consciente. Teniéndose que presentar ante el Gran Juicio de Dios. Sin preparar absolutamente nada para tamaño viaje y experiencia.

¡¡No funciona el instinto de conservación!! ¡¡Ni el Sentido Común!! Grande misterio es este de la psicología humana. Termino con un pasaje reflexivo del libro de la Biblia que está en Eclesiastés. Un libro para personas inteligentes y reflexivas.

Eclesiastés 12:1-7

«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;

cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio«